Invocar el poderoso Nombre de Jesús es entrar en comunión con Él y su enseñanza. El Santo Nombre de Jesús tiene poder.
Invocar el Santo Nombre de Jesús trae una poderosa fuerza que ningún ser vivo puede resistir. Invocar el poderoso Nombre de Jesús puede parecer un intento de usar su nombre como una especie de talismán, como palabra mágica; pero en realidad no es así.
El nombre sagrado de "el Dios de Abraham, Isaac y Jacob" era una cosa de inmenso poder, tan sagrado que no estaba permitido pronunciarlo. La esencia del ser de Dios se expresó en una palabra de cuatro letras, YHWH (Yahweh) que solo podía ser recitada por un sacerdote y solo en días santos especiales. Otra palabra hebrea, Adonai, que traducimos como "el Señor", se usó para referirse a Dios en el discurso cotidiano.
Las autoridades de los tiempos de los Apóstoles así lo creyeron en la fuerza de invocar el Santo Nombre de Jesús y les prohibieron a San Pedro y a San Juan invocar ese Nombre Jesús, el Buen Pastor, llama a cada una de las ovejas de su rebaño por su nombre y les enseña el poder de su propio nombre.
"Pidan cualquier cosa en mi Nombre y lo haré" (Juan 14,14).
Los primeros cristianos invocaron el nombre de Jesucristo para la curación y la liberación.
La Iglesia recuerda el poder de NOMBRAR cada vez que un niño es bautizado en el bautismo. No solo se le da al niño su nombre de pila sino que a partir de ese momento lleva el nombre de "hijo de Dios", que refleja la esencia de su verdadera naturaleza e identidad.
Los cristianos reconocemos la fuerza de invocar el podero Nombre de Jesús y lo invocamos para nuestro propio beneficio y el de los demás. Está claro por los Evangelios que el Nombre de Jesús tiene un poder extraordinario. En su Nombre, los demonios son expulsados y los enfermos sanados.
La virtud que posee el Santo Nombre de Jesús no implica una fuerza esotérica, sino que por la fe en la persona del Señor se da el signo
trascendente. San Pablo afirma:
"Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo". (Filipenses 2,10)
Aquí San Pablo no está hablando de una fórmula secreta, sino del triunfo de Cristo sobre todos los poderes, una vez que ha realizado el plan de Dios, su Padre, y ha sometido a todos sus enemigos, incluso a la muerte.
San Pablo testimonia cómo, después de su encuentro con el Señor, camino de Damasco, descubrió que no hay otro que pueda salvar, y contó a los discípulos "cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús" (Hechos 9,27)
Invocar el poderoso Nombre de Jesús
Invoccar el poderoso nombre de Jesús es invocar su presencia, creer en Él, y es la fuerza de la fe en su persona lo que da firmeza y valor, aun para compartir con Él el camino de Cruz.
San Juan afirma:
"...Éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó". (1 Juan 3,23)
En ello se resumen las dos dimensiones esenciales, la trascendente y la social, la teologal y la de alteridad fraterna.
Invocar el poderoso Nombre de Jesús es entrar en comunión con Él y con su enseñanza, porque se sabe y se cree que está vivo. De ello depende tener vitalidad, experiencia del Resucitado, razón evangelizadora, fecundidad apostólica.
La afirmación del Evangelio es contundente, y de ella dependen los frutos del evangelizador. Dice Jesús:
"Sin mí no podéis hacer nada". (Juan 15, 5)
Cuánta pretensión es actuar de manera emancipada, aunque sea para hacer obras buenas. Porque en el caso de actuar en favor de los demás no es por bondad, sino por gracia recibida.
Reivindicar como propio lo que es de Dios significa, en el mejor de los caso inconsciencia, cuando no presunción, vanidad, protagonismo narcisista.
La parábola de la vid y los sarmientos es una imagen intuitiva que hoy nos sirve el Evangelio, y que nos debiera curar la prepotencia.
Qué triste es ver a los agentes de pastoral derrotados después de haber trabajado sin parar. Pero es posible que se deba a que lo han hecho en nombre propio.
Solo nos podremos mantener con gozo y con paz en la tarea de anunciar el Evangelio, si permanecemos relacionados con Jesús y actuamos en su nombre.