"TU ERES PEDRO Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE MI IGLESIA." Mt. 16, 13:20

sábado, 18 de abril de 2020

Domingo 19 de Abril Homilía II de Pascua Hoy es la Divina Misericordia

Evangelio de hoy y lecturas

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47

Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando.

Salmo

Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24 R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.
Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un Poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, má preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Reflexión del Evangelio de Hoy

La Primera Comunidad Y la Esperanza en Cristo
Queridos hermanos, hermanas en esta primera lectura del Hecho de los apóstoles nos habla cómo se reunieron las primeras comunidades cristianas, hablan de la fracción del pan que es la Eucaristía, nunca faltaban las oraciones, eso nos demuestra cómo celebraban la Santa Misa de aquel tiempo, pero lo principal hacían obras de caridad.

Que gran ejemplo para nosotros, porque nos enseñan no solamente en participar de la Eucaristía, también debemos hacer obras de misericordia, porque la fe y las obras siempre debe ir de la mano hoy domingo celebramos la Divina Misericordia nuestro Señor nos enseña a cada uno de nosotros que la misericordia debe ser la prioridad de todo cristiano como nos decía nuestro querido el Papa Francisco “El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy concreto y exigente, pues implica las obras”. 

Las primeras comunidades cristianas bien entendían esto que no solo ir a reunirse al templo como un mismo Espíritu si no hay obras de por medio tengamos pues esa confianza de que Cristo quiere de nosotros es por eso que debemos tener bien en cuenta “La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe "el hombre se entrega entera y libremente a Dios" (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. "El justo vivirá por la fe" (Rom 1,17). La fe viva "actúa por la caridad" (Gál 5,6)." CIC 1814” .

Es por eso que mediante la fe las obras nos da esa gran esperanza que Cristo nos da mediante su resurrección como decía en esta carta del apóstol San Pedro, que nosotros heredamos algo incorruptible  intachable e inmarcesible reservada en el cielo que son nuestras almas, ya no tenemos esa humanidad que es corrompida por el pecado porque eso lo hemos superado si dejamos actuar esta gracia que es la santidad ya que es la meta de nuestra fe que es la salvación de nuestra alma.

¿Porqué me has Visto has Creído?
Queridos hermanos y hermanas de nuestro Señor Jesucristo de nuestra Madre Santísima la Virgen Maria, hoy domingo celebramos en este segundo domingo de pascua la Divina Misericordia por expreso deseo del Papa ahora San Juan Pablo II, en este hermoso evangelio según San Juan nuestro nos muestra que el Señor se le apareció a sus apóstoles menos a uno que es Tomás pues recibieron el Espíritu Santo y les dio el poder para perdonar pecados o retenerlos mediante el sacramento de la confesión porque bien decía nuestro Señor de la Divina Misericordia que le dio la orden a Sor Faustina para comunicarse a nosotros Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escuchó atentamente el latir de sus corazones [para saber] cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me enfado con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean” (Diario, 1728).

Entonces cuando Tomás estaba ya con los demás apóstoles le comentaron de lo que a sucedido que el Señor resucitado se le apareció entonces no creyó es por eso que dijo “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo” esto a veces nos pasa a nosotros que cuando no tenemos la fe puesta en nuestro Señor que Él está siempre en nuestros corazones que nos da esa gracia de su perdón, de su amor, de su misericordia, pero como siempre quiere realzar ese capricho.

Cristo es paciente, amable y misericordioso para tener esa fe se debe alimentar mediante la oración como decía bien claro nuestro querido San Juan Pablo II “A través de la oración, Dios se revela en primer lugar como Misericordia, es decir, como Amor que va al encuentro del hombre que sufre. Amor que sostiene, que levanta, que invita a la confianza”. Esa confianza siempre alimenta a la fe.

Cuando se le apareció Cristo a sus apóstoles estaba Tomás con ellos entonces le llamó para que vea su manos, sus pies y que le tocara su costado entonces exclamo el apóstol “Señor mío y Dios mío” es por eso que este apóstol bajo de su pedestal de capricho de incredulidad para que realce la humildad de reconocer que se equivocó. Pero es más bienaventurado que a creído y no a visto para eso debe existir  la humildad de aceptar la realidad que es la fe y la confianza como bien decía nuestro Señor de la Divina Misericordia a Sor Faustina de lo cual nos comunica “Sobre un alma humilde están entreabiertas las compuertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella (…) A tal alma Dios no niega nada; tal alma es omnipotente, ella influye en el destino del mundo entero; a tal alma Dios la eleva hasta su trono y cuanto más ella se humilla tanto más Dios se inclina hacia ella, la persigue con Sus gracias y la acompaña en cada momento con su omnipotencia” (Diario, 1306).

Pongámonos pues bien a los pies de Jesús a los pies de María pidámosle a nuestra Santa Madre como decía bien nuestro querido el Papa Francisco que la misericordia es el don más precioso de Dios. La misericordia es el corazón de Dios. Por ello debe ser también el corazón de todos los que se reconocen miembros de la única gran familia de sus hijos.

Paz y bien hermanos, hermanas.
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