Le conteste en este momento tenemos un
presidente que está investigando por actos de corrupción, además a cometido una
violación a una mujer según los informes que he visto, porque no se le puede
deliberar de esta manera antes de ser informado, pero centrémonos más a lo que
concierne a lo que es de Dios y la iglesia católica nos dice.
Cuando uno se pone el hábito del
Señor de los Milagros no cualquiera se lo puede poner por una sencilla razón
porque representa la responsabilidad de tener una coherencia de fe tanto en su
conducta como lo que expresa, pero en este caso este presidente no debió
hacerlo sabiendo que ha cometido estos actos delinquidos, pero como máxima autoridad
obligadamente tiene que hacerlo no por amor a Cristo sino por ser autoridad por
cumplimiento cumplo ante el Señor pero a la vez le miento, he aquí la historia
porque el hábito morado. “Cuenta la historia que una noche, doña Antonia
se encontraba rezando y vio a Cristo con una túnica de color morado,
llevando una soga en el cuello y una corona de espinas en la cabeza. De acuerdo
al relato, escuchó una voz, la cual le indicó que esa vestimenta fue entregada
para ser usada por otras almas. “Yo te doy mi traje con el que anduve por el
mundo. Estímalo, porque a nadie le he entregado mi santa túnica”.
Seria una falta de respeto ante el
Señor que uno que cometió actos ilícitos cuestionables y se pusiera el habito
como cargar el anda del Señor de los Milagros.
Me preguntaron ¿Pero aquellos hermanos
de la cuadrilla se ponen el habito y son pecadores? Le conteste todos somos
pecadores el que dice que no se engaña así mismo pero un pecador se arrepiente
mientras un corrupto no que comete actos ilícitos no incluso tiene el descaro de
negárselo así mismo y a los demás. Veremos pues lo que dijo el Papa Francisco en
aquel tiempo “En el pasaje del Evangelio hay otro episodio en el cual, destacó
el Obispo de Roma, Jesús dice: «¡Ay de quien provoca escándalos!». Jesús,
explicó, «no habla del pecado sino del escándalo», y dice: «Al que escandaliza
a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de
molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado». El Pontífice se preguntó: «¿Pero
qué diferencia hay entre pecar y escandalizar? ¿Qué diferencia hay entre pecar
y hacer algo que provoca escándalo y hace mal, mucho mal?». La diferencia,
dijo, es que «quien peca y se arrepiente pide perdón, se siente débil, se siente
hijo de Dios, se humilla y pide la salvación de Jesús. Pero quien provoca
escándalo no se arrepiente y sigue pecando fingiendo ser cristiano». Es como si
condujera «una doble vida» y, agregó, «la doble vida de un cristiano hace mucho
mal».
Al respecto, el Pontífice recordó como
ejemplo a quien mete la mano en el bolsillo y hace ver que ayuda a la Iglesia
mientras que con la otra roba «al Estado, a los pobres». Este «es un injusto»
para quien hubiera sido mejor —«y no lo digo yo sino Jesús», subrayó el Papa—
que le pusieran una piedra de molino y lo tirasen al mar. No se habla aquí de
perdón, «porque esta persona engaña», dijo el Papa haciendo luego referencia a
la primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría (1, 1-7), donde se lee:
«El espíritu educador y santo huye del engaño, se aleja de los pensamientos
necios y es ahuyentado cuando llega la injusticia» (v. 5).
«Donde hay engaño —comentó el Papa
Francisco— no está el Espíritu de Dios. Ésta es la diferencia entre pecador y
corrupto. Quien hace una doble vida es un corrupto. Quien peca, en cambio,
quisiera no pecar, pero es débil y se encuentra en una condición en la que no
puede encontrar una solución, pero va al Señor y pide perdón. A éste el Señor
le quiere, le acompaña, está con él. Y nosotros debemos decir, todos nosotros
que estamos aquí: pecadores sí, corruptos no». Los corruptos, explicó una vez
más el Papa, no saben lo que es la humildad. Jesús los compara con los
sepulcros blanqueados: bellos por fuera, pero por dentro están llenos de huesos
putrescentes. «Y un cristiano que presume de ser cristiano, pero no vive como
cristiano —destacó— es un corrupto».
En pocas palabras les seguí comentando
cuando un político que delinque y tiene la osadía de ponerse el habito y carga
al Señor de los Milagros es un hipócrita porque no vive de acuerdo a su
coherencia de fe, solo los pecadores si tiene ese derecho porque en sus
corazones saben que son débiles, son humildes y se arrepiente un corrupto y a
la vez se niega reconocerlo y miente a los demás eso se llama fariseísmo también.
Mateo 23
Jesús condena a los hipócritas
La palabra hipócrita proviene de un
vocablo griego que significa “actor” y se aplica a la persona que finge
cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o
experimenta. Una persona hipócrita es la que finge ser lo que no es a fin de recibir
reconocimiento o ganancia. La hipocresía es el resultado del orgullo. Los
humildes seguidores de Dios procuran vivir de acuerdo con Sus leyes porque aman
a Dios y a sus semejantes, y no porque recibirán reconocimiento y honores por
ello. Cuando a una persona que es humilde seguidora de Dios se le hace notar
que está equivocada o haciendo algo indebido, esa persona de inmediato se
esfuerza por rectificar su proceder. La persona hipócrita busca encubrir sus
pecados y justificarse por ellos.
A lo largo de lo que has estudiado del
libro de Mateo has leído de la hipocresía de los líderes judíos de la época de
Jesús y de la forma en que Jesús enseñó a Sus creyentes a vivir el Evangelio
sin hipocresía. Mateo 23 contiene el último testimonio de Jesús y la forma en
que condenó a los que rechazaban Sus enseñanzas y testimonios del Evangelio
verdadero y del plan de felicidad eterna.
Cuando leas, ten en cuenta lo que
pensarías de este sermón si hubieras sido fariseo y lo hubieses oído en
persona, ¿o lo que habrías pensado si hubieras estado allí en aquellos días
procurando decidir si debías continuar siguiendo a los fariseos o seguir a
Jesús?
Escrito por:
Omar García Calderón.
Predicador Católico.








