Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 7-21
Salmo
Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10 R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente» R.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11
Reflexión del Evangelio de hoy
Lo necesario y lo no necesario
Esta lectura de los Hechos de los Apóstoles nos relata el primer problema fuerte que vivió la iglesia primitiva. Problema que nos habla de la obligación de distinguir entre lo que es esencial en el cristianismo, y que siempre tiene que estar presente en la vida de cualquier cristiano de cualquier época, y de lo que no es esencial y puede dejarse a un lado y no vivirse. Muchos de los que habían acogido la nueva religión de Jesús procedían del judaísmo. Y les costaba abandonar ciertas prácticas de su antigua religión, como era el caso de la circuncisión, queriéndoselas imponer incluso a los gentiles, como era el caso de los gentiles que habían acogido a Cristo gracias a la predicación de Pablo y Bernabé. Como nos dice esta primera lectura todo ello originó “una agitación y disputa no pequeña”. Conflicto que resolvieron de la mejor forma posible, desde la fraternidad, reuniéndose y escuchándose los representantes de las dos partes y después de “una larga disputa” llegaron a un acuerdo, imponiendo a los gentiles unas cosas, prescindiendo de otras.
Ojalá aprendamos esta lección y también en nuestra iglesia del siglo XXI sepamos vivir con intensidad lo esencial del seguimiento a Jesús, prescindiendo de lo que no es ya válido para nuestra época.
Así os he amado yo
En el evangelio de hoy, Jesús viene a iluminar el problema planteado en la primitiva iglesia y comentado en la primera lectura. En nuestra iglesia, el seguimiento de Jesús, lo hemos llenado, a lo largo del tiempo, de otras muchas cosas, de normas, de leyes, de algunas costumbres, de ritos…
Jesús, viene en nuestra ayuda como siempre, y nos aclara cuál es lo esencial, lo que nunca puede faltar en la vida de cualquier cristiano, y todo lo demás no deja de ser no esencial, lo que quiere decir que puede faltar. Lo esencial del cristianismo es sentirse amado por Jesús, con la misma intensidad que el Padre le ha amado, y poder decirle “tú me sedujiste, Señor, y yo me deje seducir”. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Permaneced en mi amor”. Y como consecuencia inmediata alojarle en el centro de nuestro corazón y amarle con todas nuestras fuerzas, lo que lleva consigo hacerle caso en todo lo que nos diga, cumplir todos sus mandamientos, todas sus indicaciones ante todo lo que nos encontremos en la vida.
Si le amamos, si le hacemos caso, Jesús nos regalará una alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar. “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud”.
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